Abandonada la explotación en el
siglo III, la vegetación autóctona fue de nuevo adueñándose del lugar:
robles,
escobas,
carqueixas,
encinas y
carrascas. A la vez se expandió el cultivo del
castaño, del que hoy pueden verse numerosos ejemplares en el parque, algunos de ellos catalogados como
árboles centenarios. Todo esto dio como resultado el surgimiento de un entorno espectacular caracterizado por las caprichosas formas del terreno, formado por arenas rojizas perfectamente integradas con la vegetación.
Actualmente, en la fauna de la zona destacan el
jabalí, el
corzo, el
gato montés, etc. En cuanto a la
avifauna, existen más de cien especies, localizadas sobre todo en la vertiente del río Cabrera. En las proximidades del
lago de Carucedo, del que la tradición cuenta que se formó por el estancamiento del
agua empleada para la explotación, crece una variedad de
orquídea cuya flor simula un abejorro para atraer de esta forma a los insectos y facilitar la
polinización.